En una ciudad de más de 40 mil
habitantes, es raro ver en sus calles a 500 personas sobre el asfalto de sus
calles principales, caminando con carteles en las manos, un jueves de lluvia
intensa a media mañana.
Menos habitual es ver ese numero
de personas duplicado unas semana después (6/09) y repitiendo el accionar de la marcha
anterior. Carteles, pancartas, folletos, gente hablando con un megáfono.
Medios tratando de capturar esa realidad repetida que molesta a tanta
gente. Los que no se enteraron de la
marcha o algún que otro “yo apoyo pero no me meto”, miran desde la vereda.
La ciudad está molesta: el ruido,
los carteles, el tránsito varado. Todo es molesto. Los manifestantes
representan al uno por ciento de la
ciudad, pero detrás de ellos están todos esos niños, que son la razón de esa
tan ruidosa caminata. El referente, organizador de la marcha es Jorge Mulbayer, padre de un alumno de la
escuela primaria N° 358 que funciona a partir del actual año en un “gallinero”
dice indignado. El colegio funciona en un lugar prestado, que no cuenta con las
condiciones edilicias. En centenario hay 120 chicos concurren a un
colegio “gallinero”.
El Centro Provincial de Educación
número 358, funciona en las instalaciones del EPA N°8 (Escuela Para Adultos),
que se vió obligada a cerrar uno de sus turnos para que funcionara el
colegio primario. La educación de los niños se vuelve más importante que
la de los adultos.
La corta historia del Jardin de
Infantes N°59, no es muy diferente. La instalación oficial del centro educación
es la misma que la E.P.E.T. N °2. El
jardín funciona en una casita dentro del predio del único colegio técnico de la
ciudad. El lugar fue cedido, de manera transitoria, por las autoridades del
colegio hace tres años y cuenta con dos salitas superpoblada de infantes. El
jardín deja una buena enseñanza: compartir.
Se comparte el terreno de un
colegio, se comparte el espacio personal dentro de las aulas, se comparte un
solo baño entre Maestras/os, personal de servicio, directivos y los más de 100
niños, se comparte todo…si, tal vez se compartan enfermedades.
Pero la solidaridad del colegió
técnico no es reconocida. Los alumnos ingresantes de la única EPET de la ciudad
deben hacer una hazaña cada año para conseguir una vacante. El pasado 2011 más
de 40 familias acamparon para poder conseguir un lugar en la institución
educativa. Este año los números van a ser similares. Ya no hay privilegios para
hermanos y familiares, todos tienen las mismas posibilidades de no quedar.
Por esto y por muchas
irregularidades, el P.E.V.A marcha.
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