El pasado sábado 8 de septiembre
la música sonó al compás de varios artistas locales (centenario) y alguna que
otra participación interprovincial, que se acercó a la plaza de los pioneros a
reclamar por la educación pública, gratuita y laica, pero por sobre todo, por
una educación en buenas condiciones.
La música comenzó a sonar a las
dos de la tarde. Bandas de adolescentes locales le pusieron las notas
justas a la apertura de una jornada en donde el sol acompañó a pleno en plan
previo a la primavera. No hubo edades, ni géneros musicales que quedaran fuera del espectáculo que se extendió hasta la media noche.
El micrófono del improvisado
escenario, a la izquierda del “playón”, no tuvo descanso. Entre artistas,
voceros, coordinadores y representante de estudiantes, se oyó todo el día y a
modo de que quede claro que “hay que luchar por la educación”.
Pero no fue solo un espacio de
recreación artística. Este festival fue para que se respetaran, sobre todo, los
derechos de los menores de edad y por eso no podían faltar los atractivos para
ellos y ellas: juegos inflables, juegos
de pelota en el playón y payasos-
malabaristas- mimos que caminaban por ahí, le dieron a los pequeños el espacio para
ser parte en este reclamo.
Como en todo festival, no pudo
falta la comida. La choripaneada y la venta de tortas que llegaron con el frío atardecer de un Centenario festivalero. Pese a que la situación es grave, había
aires de festival alegre.
Los flujos de público fueron
variando, los músicos llegaban y se iban a cada rato, los folletos del reclamo
estaban en todas las manos. La protesta está hecha, la ciudad está enterada.
Todo tenemos un familiar o algún conocido al que no se le respeta su derecho
estudiantil. No todos, pero si muchos en la Colonia Centenario, dicen “la educación no és -debe ser- el privilegio de pocos”.
P.D1: Que lindo es verte lindo Centenario
querido.
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